Los límites de la interpretación

En un texto breve, de carácter divulgativo, titulado «Sobre algunas funciones de la literatura», Umberto Eco plantea la siguiente reflexión:

«Las obras literarias nos invitan a la libertad de la interpretación, porque nos proponen un discurso con muchos niveles de lectura y nos ponen ante las ambigüedades del lenguaje y de la vida. Pero, para poder jugar a ese juego, por el cual cada generación lee las obras literarias de manera distinta, hay que estar movidos por un profundo respeto hacia (…) la intención del texto».

Razona, a ser posible con algún ejemplo concreto, acerca de los límites de la interpretación del texto literario.

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7 comentarios en “Los límites de la interpretación

  1. Al enfrentarnos a un texto estamos constantemente al borde del precipicio de la sobreinterpretación, tal que, en una lectura responsable, no sólo debemos dejarnos guiar por nuestra enciclopedia mental, sino que hemos de seguir, como las migas en el bosque, las marcas textuales. Ahora bien, si se realiza este tipo de lectura, aun puede escaparse la intención del autor, porque el texto ya no le pertenece. Concluimos entonces que toda lectura es válida, siempre y cuando se ciña el texto.

  2. Al enfrentarnos a un texto estamos constantemente al borde del precipicio de la sobreinterpretación, tal que, en una lectura responsable, no sólo debemos dejarnos guiar por nuestra enciclopedia mental, sino que hemos de seguir, como las migas en el bosque, las marcas textuales. Ahora bien, si se realiza este tipo de lectura aun puede escaparse la intención del autor, porque el texto ya no le pertenece. Concluimos entonces que toda lectura es válida, siempre y cuando se ciña al texto.
    Desde esta perspectiva, la lectura de las epopeyas es tan válida en clave belicista, como en la clave de la trascendencia humana. En cambio hablar, a partir de La iliada, de la relación homosexual entre Patroclo y Aquiles, es, como poco, una torpeza amarillista.

  3. Cuando uno se propone leerse un libro, abre unas compuertas hacia un mundo imaginario infinito. Empezando desde el título, hay es donde la interpretación de la obra literaria comienza. El título de la obra ya te da una imagen respecto a las páginas internas, respecto a lo que vas a leer.Cada lector interpretará ese título de manera diferente, hay es donde cada lector marca su camino de la susodicha interpretación. Hay comienza la libertad que nos pone en bandeja cualquier título literario. Si una vez saltado este paso, tu consciencia cree que merece la pena leerse el libro, te introducirás en un mundo nuevo, diferente, lleno de libertad, la libertad de escoger el rostro d elos personajes, las ropas, la libertad de decorados, gestos. El propio libro debe guiarte por ese camino, ceñir tu libertad porque sino el lector puede desviarse demasiado y no obtener el resultado querido por el escritor.
    Con todo esto, lo que quiero recalcar, es que por supuesto que las obras literarias nos invitan a la libertad d ela interpretación, el lector recrea el mundo del escritor a su manera, a su imagen y semejanza, cada lector recreará el suyo, será distinto y no por ello menos válido. Pero, desde mi punto de vista,toda obra literaria que se precie como tal, debe ofrecer esa libertad, por supuesto, pero limitarla lo justo para que le lector no se desvíe demasiado del significado del texto. De hecho, si me aprietas en la opinión, me atrevería a decir que toda obra literaria, toda obra maestra que se precie como tal, debe invitar a esa libertad, claro que sí, pero esa libertda será ficticia, porque estará condicionada por las pautas que el escrito haya marcado: El libro nos ofrece una libertad, una interpretación subjetiva de la obra, pero esa emoción debe ser ficticia, no debe ser verdad del todo, porque sino el resultado de las lecturas sería tan incierto, tan subjetivo y ceñido a las circunstacias personales del lector que el significado de la obra y la mestría del escritor al escribirla pasaría inadvertidos. En este caso, cada lectura sería tan dispar respecto a la del vecino que sería libros diferentes. Esta circunstacia no debe darse, si se da, es resultado de la ignorancia del autor de la obra, no de la ignorancia del lector.
    Resumiendo, esa invitación a la libertad es falsa, o tiene sus límites demasiado marcados. es la única manera de que la intención del escritor no pase desapercibida.

  4. A la hora de interpretar una lectura,siempre es posible, incluso mejor sería decir, muy común, llevar a cabo una interpretación que traspasa los límites de lo que el autor nos quiere decir. Creo que esto puede ser debido a muchas causas entre ellas y como principal, la imaginación, pero tampoco hay que olvidar otra como es el conocimiento que tenemos sobre otras lecturas.Así, por ejemplo, en algunos sonetos que Sor Juana Inés de la Cruz dedica a algunas mujeres de los condes que la mantenían, se ha llegado a rastrear una tendencia homosexual, cuando puede que lo único que quisiese hacer, fuese alabar a esas mujeres.
    Es por esto, por lo que es bastante peligroso llevar a cabo una interpretación más allá de lo que quería decir el autor, pero también hay que admitir que esta interpretación no lícita puede ser debida a pensar demasiado en el tema del libro o en el mismo autor.

  5. Me parece un tema interesante y poco tenido en cuenta; según mi opinión creo que una obra literaria debe ser interpretada por cada individuo de manera diferente porque esto significará que dicho individuo ha sido capaz de «meterse» en la obra y hacerla suya; sin embargo, esta apreciación me parece un arma de doble filo puesto que se pueden hacer interpretaciones equívocas alejadas de la intención del autor. Para ello son de gran utilidad los prólogos de ciertas editoriales en las que nos informan acerca de la vida del autor, la época, el lugar, etc. donde escribió la obra para así, acercarnos un poco más a lo que el escritor nos quiere transmitir. Pero, como dice nuestro autor, no perdamos nunca el sentido común y veamos cosas donde, evidentemente, no las hay. Sin embargo, seamos realistas: vivimos inmersos en una sociedad en la que lo que más se consume son programas del tipo «Aquí hay tomate» y las lecturas más leídas son la revista «Hola» y «Qué me dices»; por lo tanto, no es de extrañar que el incesto, la homosexualidad y un largo etcétera sea lo que se extraiga también de una obra literaria.

  6. Desde luego, sería de gran ayuda que el autor de una obra literaria dejara constancia de la interpretación exacta que habría de hacerse de su obra, en eso estoy de acuerdo con Sara Burgos. Sin embargo, creo que resultaría más atractivo que la interpretación del texto no fuera tan restringida, y poder interpretarlo libremente (siempre dentro de los límites de la lógica y con evidencias extraídas del texto, no con especulaciones arbitrarias)

    Respecto al tema de la homosexualidad de Aquiles, quiero mostrar mi respetuoso desacuerdo con Andrés Vélez. No es algo relevante el la obra, pero sí lo es desde el momento en que estamos tratando sobre ello. Y es cierto que en el texto no se encuentran evidencias apabullantes sobre el tema, soy el primero en decirlo, pero sí ciertas insinuaciones no demasiado sutiles(como explico en la pregunta correspondiente) que se pueden interpretar así sin caer en algo arbitrario o ilógico. ¿Es tan descabellado pensar que entre el personaje de Aquiles y el de Patroclo pudo haber un amor homosexual? ¿Acaso en la Antigua Grecia la homosexualidad no era tratada con una normalidad que no estaría de más que existiera hoy en día?

    Israel Roncero
    Salamanca, 23 de Octubre de 2007

  7. Cuando leémos un libro debemos tener en cuenta que no lo leémos aisladamente sino que nuestra lectura se encontrará necesariamente condicionada por nuestras lecturas anteriores, vivencias personales, ideología…
    Yo creo que cada uno es libre de interpretar los libros libremente para así hacerlos suyos.
    Aunque esto puede ser peligroso ya que podríamos afirmar que el autor a dicho tal o cual cosa, que en realidad éste no tuvo en mente a la hora de escribir la obra. Concluyendo: cada uno puede tener su propia opinión personal pero siempre teniendo en cuenta el libro, la época en que se escribó, la vida del autor…
    Toda opinión, personal o pública, debe tener unos fundamentos lógicos y visibles en el propio texto, teniendo también en cuenta otras obras del autor, su ideología…
    Nuestra opinión a la hora de interpretar un texto debe estar fundamentada en algo. Tenemos libertad de interpretación, pero no absoluta libertad de interpretación.

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